La peste

Desde las primeras páginas hasta el final, cada vez que tomé el libro no pude soltarlo. He terminado de leer capítulos de pie, en la salida del túnel de la estación de trenes de Haedo, en la mesa de una pizzería en Ramos Mejía de donde debí salir corriendo porque se me hacía tarde para el ensayo, y por supuesto, en el baño de mi lugar de trabajo.
En sí, esto ya es un dato curioso, porque La peste no es precisamente una obra donde prevalezca la acción. Más bien asistimos a la descripción de una única y larga acción gigantesca: una plaga que avanza sobre la ciudad de Orán, en Argelia, matando poco a poco a sus ciudadanos.
¿Qué es la peste? En mi opinión, la peste no significa nada más allá de sí misma. No es símbolo ni metáfora de significante alguno distinto de lo que en sí misma es: una plaga, y nada más. La pregunta acertada, según mi parecer, sería: ¿Por qué Albert Camus ha elegido describir esa plaga? Y aquí es donde creo que Camus ha sido, antes que un gran escritor, un gran pensador: La plaga, que es el argumento de su novela, es sencillamente el escenario, la excusa que ha encontrado para retratar lo que él considera es la condición humana, este concepto tan del siglo veinte.
La condición humana es una idea filosófica que vino a sustituir al viejo debate paradigmático acerca de la naturaleza humana. El hombre práctico, la mujer emancipada, el ser humano único y concreto del siglo veinte, entendió que su naturaleza no era estática, dogmática, sagrada, sino que respondía a condicionamientos de infinitas variables, tanto sociales e históricas como biológicas y psicológicas. La condición humana insertaba al individuo y a la sociedad que instituye en el marco de su época.
Esta era quizás la respuesta ante los atroces espectáculos acaecidos en el mundo durante la primera mitad del siglo XX, cuando esta pregunta se volvió urgente e inevitable: ¿Qué es el hombre? ¿Es este monstruo, este horror, este ser sin piedad capaz de las peores aberraciones contra sus semejantes? ¿O es esta, tal vez, una condición que se ve puesta de manifiesto ante las exigencias de una época?
Camus es un pensador de su época. Su libro trata, como pocos, sobre la condición humana y sobre las respuestas de los individuos y la sociedad ante lo que acontece. Todas estas respuestas se asocian al libre albedrío, pero también a la irreversibilidad de nuestras elecciones y al carácter condicional de las consecuencias que de ellas se derivan sobre la esfera de nuestras vidas. Momentos de profunda miseria, pero también de inimaginable belleza, florecen en el camino de la experiencia humana.
Pero como pensador de su época, su tono ha quedado teñido de una perceptible amargura. La noción del absurdo de la comedia representada acaba por despertar sensaciones de desasosiego, de retraimiento y vacío. ¿Qué otra cosa podía reclamar una época como esa? Desde aquel recogimiento Albert Camus elaboró su novela, su denuncia, su respuesta y su pensamiento.
En este punto es donde se revelan los méritos de su escritura: sin otra intención que narrar el curso de una serie de acontecimientos que ha escogido casi al azar, desnuda los hechos y los expone conjuntamente para adquirir una visión que los trasciende. Todo lo que sucede en la novela cobra significado en sí mismo, y atravesar el mundo de significados que constituye el curso de la peste nos dirige, tal vez, al significado universal de la condición humana en todas las épocas de la historia. Con actitud imparcial, desinteresadamente, somos invitados a la experiencia humana más profunda.

Matías Berrondo


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